El miedo a ir al dentista es algo bastante común en nuestra sociedad. Durante años se han ido promulgando una serie de creencias populares sobre los dentistas y la salud bucodental que son totalmente falsas. Por ello desmentimos estos cinco mitos sobre el dentista:
1. Si no me duele nada no tengo que ir al dentista.
Muchos piensan que únicamente se debe acudir al dentista cuando les duele una muela. Nada más lejos de la realidad. Cuando aparece el dolor, significa que el daño ya está hecho. Caries, infecciones y problemas de encías tienen su mejor aliado en la prevención. Acudir al menos una vez al año y hacerte una revisión por un profesional te salvará de tener más adelante muchos quebraderos de cabeza. Coger a tiempo un problema de encías o una caries en su fase inicial facilita considerablemente el tratamiento, obteniéndose los mejores resultados y minimizando el riesgo de complicaciones mayores.
2. El sangrado de encías es normal, no tengo que ir al dentista.
Unas encías sanas y saludables no tienen por qué sangrar. Cuando al cepillar los dientes notas las encías rojas y sangrantes significa que están inflamadas y, por tanto, sufriendo. Visitar al dentista para que las revise y efectúe una limpieza profesional que consiga eliminar todos los restos de sarro, es la mejor opción. Dejar pasar esta situación puede acarrear en un futuro enfermedades tan graves como la piorrea, que puede llegar a producir pérdida de piezas dentales.
3. Ir al dentista es sinónimo de sufrimiento
En general, todos aplazamos la visita al dentista, y claro, es que se vienen muchas cosas negativas a nuestra cabeza cuando pensamos en la cita con este especialista. De hecho, se dice que cerca del 5 al 8% de las personas evita ir al dentista solo por temor, y van cuando es absolutamente necesario, dejan de controlarse solo por el gran nivel de ansiedad que esta visita les provoca. Pero la realidad es que ir al dentista ya no tiene porqué ser una mala experiencia. los métodos y la tecnología entorno a la odontología han avanzado mucho para que la experiencia sea lo menos dolorosa posible. Y si, además, acudes a revisiones periódicas y mantienes una excelente salud bucal, los tratamientos a realizarte serán mínimos.
4. Las embarazadas no pueden ir al dentista
Casi cualquier tratamiento puede llevarse a cabo durante el periodo de gestación, a excepción de la toma de radiografías, por ejemplo. Existen anestesias locales perfectamente inocuas para la mujer embarazada. Además, problemas como la gingivitis están directamente relacionados con los partos prematuros, sin olvidar que una caries es una puerta de entrada para las infecciones, que al llegar al flujo sanguíneo se desplazan por todo el organismo de la madre hasta llegar al feto. Por ello es aconsejable que una mujer embarazada acuda al dentista y seguir las revisiones pertinentes.
5. No me hago ni limpieza ni blanqueamiento dental porque debilitan los dientes
La limpieza dental avanzada profesional tiene como objetivo eliminar la placa bacteriana acumulada entre los dientes y, por ello, no desgasta el esmalte. Aunque sí es cierto que, en algunos casos, después de una limpieza, las encías tienen mayor sensibilidad. Pero si la encía se inflama, no es consecuencia de la limpieza, se trata de un signo de que hay un problema y se debe tratar. Con el blanqueamiento se busca recuperar el color de los dientes, eliminando algunos puntos de pigmentación. Sin embargo, este proceso no es abrasivo y no afecta a la estructura de los dientes.
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